La línea que nos desvía

«Cuando deseo evitar un combate, puede ser que me defienda trazando simplemente una línea en el suelo; el enemigo no puede atacarme porque le desvío de la dirección que querría seguir”  Sun Tzu,

El arte de la guerra de Sun Tzu, sin duda es un manual lleno de estrategias bélicas que acaban transcendiendo mucho más lejos que a un simple campo de batalla. De hecho sus metáforas nos transportan visualmente tanto a momentos históricos como a cotidianos. Se podrían llenar páginas con las posibles interpretaciones que Sun Tzu quiso transmitir con este consejo a su aliado para vencer frente al enemigo. Soy de la opinión de que las palabras no solo dicen lo que quieren decir. Aunque Sun Tzu puede que no previera hasta donde viajaría su sabiduría encima de esta frase .

Cada vez que releo esta afirmación , varios titulares de los periódicos más reputados del mundo me vienen a la mente. A veces es conveniente y sano revisar qué pasa en el mundo para salir un poco de nuestro ombligo. Aunque no sabría elegir un momento concreto, o quizás no encuentre la portada adecuada que acompaña lo que quiero explicar… Me quedo con la sensación de que Sun Tzu venía a decir que no hay nada mejor que desviar la atención del enemigo para que este se olvide a dónde iba o qué quería alcanzar.  Quizás necesitemos despistar al contrario para contraatacar de una manera más letal. Incluso menos noble: Por la espalda, cuando no mira. Lo que esta claro es que como bien se dice popularmente: En el amor y en la guerra, todo vale. Pues en la política parece ser que también, donde puede existir una especie de relación tóxica entre amar una vocación que no es profesión aunque haga falta pisar cabezas. Mientras no sea la nuestra toda va bien. 

Recuerdo un caso no muy lejano en el cual uno de los periódicos extranjeros de mayor prestigio sacó en portada “la pobreza española” ilustrando con fotografías como personas rebuscaban en el fondo de los contenedores. Mientras en casa, Obama sufría una dosis de desprestigio por no cumplir su programa electoral. Esto parece un poco seguir el refrán de “Mal de muchos consuelo de tontos”. O que se crease un debate tremendo y con tintes dramáticos sobre la pertenencia de Gibraltar al reino británico mientras más de 6 millones de parados esperaban en las filas españolas del INEM. Igual podríamos seguir con el debate de la independencia de Cataluña. En qué buena hora parece haberse manchado Pujol las manos con la corrupción. Qué curioso, y que conveniente para el Gobierno que el escándalo explotase unas semanas antes de la Díada o de la petición del referéndum. Y no hablo de posiciones políticas, solo de la ironía que tiene el destino o la casualidad para ponernos la situación en bandeja de plata. ¿Casualidad o causalidad? Podríamos apilar millones los ejemplos en los cuales los medios de comunicación, aconsejados o no por una llamadita de teléfono con el prefijo de Moncloa, desvían cotidianamente nuestra atención.

No puedo evitar pensar que muchas veces somos o queremos ser como el burro que preocupado por el largo camino lleno de piedras que le queda por delante, prefiere distraerse con la zanahoria que ponen ante sus ojos. Volcando así todas las energías y  fuerzas en conseguir lo inalcanzable. Porque al fin al cabo la realidad: El camino empedrado y cuesta arriba está ahí. Sin embargo, la zanahoria: Esa ilusión o alegría transitoria se desvanecerá en cuanto queramos tocarla, dejando un sabor agridulce de una felicidad que pareció pero no fue.

Personalmente la distracción nacional favorita es redonda y se tinta de diferentes colores: El fútbol. Durante 90 minutos parece que nos importe un bledo si somos el país como más paro, si el déficit hace tiempo que toco fondo pero sigue bajando, si nos echan mañana o pasado de casa… que la cañita y los colores no perdonan. Está claro que los sentimientos no entiende de razones, pero qué buenas razones tendríamos para sentir aquello que nos quita el sueño. Y tengo aún la esperanza de que no sea a cuantos puntos está el Real Madrid del F.C Barcelona.

La linea que trazan frente a nosotros a veces resulta tan fina que llega a ser absurda. Los héroes que admiramos, los líderes en los que creemos cobran millonadas vergonzosas de euros, mientras las personas que vamos a verlos tenemos que quitarnos ciertos “caprichos” para pasar una hora y media que viviremos con absoluta felicidad. Nos podemos pegar años de estudios, de carreras universitarias, de especialización, de trabajo duro… y ellos corren detrás de una pelota. ¡Ojo que también sudan! No quiero hacer una crítica al fútbol, solo pretendo destacar las características que tiene nuestra linea más común, aquella que tiene el mayor poder de influencia para conseguir desviar nuestra de trayectoria.

¿Que algunos miembros de la familia real han blanqueado dinero?¿Que una alta ejecutiva de uno de los mayores bancos nacionales como es La Caixa declarará que no miraba sus cuentas bancarias?¿Qué el nuevo deporte de moda es cazar elefantes mientras hacemos un safari en África? ¿Qué el tesorero del partido que gobierna tuvo que comprarse varias casas porque ya no le cabían más billetes debajo del colchón? ¿Qué el presidente del gobierno no haya cumplido ningún punto de su programa electoral? ¡Qué más da, ni que nos lo hubiéramos leído!. Está claro que los programas electorales amenos de leer no son. Pero precisamente porque el enemigo trace una linea frente a nosotros y nos sintamos perdidos, confusos, incluso desanimados con el nuevo rumbo de la situación… Seamos impredecibles y caminemos con paso firme hacia el objetivo.

Además no olvidemos que cuando alguien traza una linea en el suelo delante del contrincante, en algún momento por pequeño sea tiene que bajar la mirada para ver lo que está dibujando. Y aunque el margen sea corto, él también queda despistado.

Lo que más me llama la atención, es que la primera interpretación que he asociado con la afirmación de Sun Tzu ha sido la manipulación política hacia la sociedad. Manipulación entendida desde la comunicación usando para ello cualquier herramienta válida: Periódicos, eventos deportivos, rumores, labores sin causa… Podríamos decir que es un poco como El Show de Truman.

Pero lo que más pena me da es pensar que estoy en un combate luchando contra mí misma. Porque los que están al otro lado nerviosos, desesperados, con miedo cada vez que se levanta el sol son personas que me importan. Y que yo debería importarles a ellos. Ambos bandos estamos angustiados y temblando de pavor porque no sabemos qué hará el otro cuando nos lo crucemos en el fragor de la batalla. Ambos bandos igual de ilusos, porque no nos damos cuenta que guerreamos por lo mismo, que formamos parte de un mismo ejercito. Está claro que cuanto más densa es la niebla que nos envuelve mayor dificultad tenemos para encontrar al igual, y podemos confundirlo con un contrario. Es incluso gracioso que en una labor como es la política haya perdedores y ganadores cuando se supone que todos buscamos lo mismo.

No me gustaría pensar que mis políticos o las grandes instituciones públicas o privadas de mi país me ven como un enemigo. Pero si lo soy, si lo somos, por algo será. ¿Tiramos las armas o salimos a combatir mañana? Creo que aquí empieza el juego del “Tú primero…”

 
Imagen: Obra de Joan Brossa, artista español con uno de sus poemas visuales más conocidos ‘País’ de 1988